MARIO DÍAZ
MADRID.- '¡No en nuestra casa!'. El vídeo-marcador del Staples Center resumió antes, durante y después del quinto encuentro de la final de la NBA la motivación de unos Lakers que consiguieron salvar el primer 'match ball' de la serie y mantenerse vivos en la pelea por el anillo ante los Boston Celtcis (103-98). [Vídeo-resumen]
No se conocía con exactitud el alcance de la debacle del segundo encuentro jugado en Los Angeles. Perder 24 puntos de diferencia en el último cuarto y conceder al eterno rival una diferencia prácticamente insalvable es un golpe demasiado duro, quizás definitivo. Sólo el orgullo angelino calentó el champán que burbujeaba en el vestuario del conjunto de Doc Rivers.
Encorajinados, con la determinación de llevar la serie de vuelta a Boston y regalar a su grada una victoria en su último encuentro en casa, los Lakers encontraron la fórmula desde el mismo salto inicial. Con un Pau Gasol en su encuentro más completo en los 'playoffs' -independientemente de la comparativa estadística con el primer choque de las eliminatorias por el título del conjunto amarillo- y con un Kobe Bryant en estado de gracia, el conjunto de Phil Jackson no tardó en marcharse en el marcador.
Los cuatro aciertos en cinco intentos de Bryant desde el triple y el buen hacer del catalán bajo ambos aros condujeron a los angelinos a una diferencia de 13 puntos en un abrir y cerrar de ojos. Un calco del choque anterior. Una fotocopia. En todos los sentidos. El arsenal de los Lakers es tan vasto como su incapacidad para administrar las rentas adquiridas con la segunda unidad sobre el parqué. Un pecado inconcebible ante jugadores de la talla de Paul Pierce, Kevin Garnett o Ray Allen.
El 'maestro Zen' puede presumir de anillos, aunque, tal vez, en alguna ocasión, debería esconder la cabeza como un avestruz. Sus probaturas con Chris Mihm, Trevor Ariza, Jordan Farmar y Luke Walton sobre el parqué dilapidaron todo el trabajo de los titulares. Aparte de la increíble capacidad de Paul Pierce para fulminar defensores como si de jugadores de parvulario se tratase.
Arriba o abajo en el marcador. Los Celtics siempre fueron una amenaza merced a los aciertos propios y a las concesiones ajenas. Más aún cuando se colocaron por delante por primer vez en el marcador después de que la diferencia hubiera llegado a casi 20 puntos. La incontestable calidad de Kobe Bryant se diluye ante su afán excesivo de protagonismo sea por su contrato sea por acceso de excesiva responsabilidad. Los Lakers funcionaron al ritmo de Pau Gasol y cuando el español pasó desapercibido, los angelinos cedieron un terreno que les costó sangre, sudor y lágrimas recuperar.
La ausencia de Kendrick Perkins concedió al de Sant Boi superioridad en el poste. Se merendó a Garnett, a PJ Brown y a Leon Powe. Él fue el jugador determinante en los momentos determinantes. Si antes del encuentro se exigía a sí mismo mayor tensión ofensiva cumplió a la perfección, pues añadió al repertorio una excelente defensa y unos números de estrellón que se vieron eclipsados por la actuación de un Paul Pierce superlativo.
'The Truth' machacó sin descanso el aro angelino y hasta el final, hasta el bocinazo definitivo, fue una amenaza para la victoria local. Sus 38 puntos lo dejan a las claras y dicen mucho de lo que los Lakers se encontrarán en el Banknorth Garden de Boston, porque allí viaja ahora la serie pues de los tres triples que los Celtics lanzaron en el último minuto sólo uno quiso entrar para prolongar la final de las finales.